martes, agosto 08, 2006

Un falso sueño

Me subí al bus y pague con un billete de dos mil. Al tocar el billete sentí que éste parecía de papel periódico o algo raro. Seguramente era falso y temí que el conductor me lo devolviera. no pasó. Me quede pensando acerca de la falcedad del dinero.
Si, seguramente está mal hecho. Pero imaginé, que tal si en Colombia, de cierta manera, nos poniamos de acuerdo para permitir los billetes falsos. Una gran organización se encargaba de hacer los billetes y dejaba un monto en cada casa de los estratos más bajos. Esto permitia una gran cantidad de fenómenos nuevos en nuestra sociedad. Mucha gente se dedicaba al ocio ya que no tenían la necesidad de trabajar y en esa cantidad de rato libre generaban actividades insólitas. Otros, invertian el dinero y hacian más dinero, y bueno, contaban con más lujos. Otros continuaban su vida normal, trabajando o estudiando, sólo que ya no tenían las angustiosas necesidades de antes. Estos nuevos fenómenos trajeron unos colombianos renovados y diferentes, que se enfrentaban al nuevo mundo postcapitalista. Muchas ventajas y otras desventajas, pero a este país lo que le hacía falta era billete, una oportunidad, un papel que mal que bien ganado, oficial o chibiado nos permita los mínimos de la existencia: la sonrisa, la tranquilidad.